martes, 20 de marzo de 2018

PREGÓN DE LA SEMANA SANTA 2018



PERMISO
Sres. Párrocos y Sr. Sacerdote.
Sr. Presidente de la Junta de Hermandades.
Sr. Alcalde del Excmo. Ayuntamiento de Miguel Esteban.
Autoridades
Hermanos Mayores.
Cofrades de Miguel Esteban.
Señoras y señores.

INTRODUCCIÓN
Y ahora comienzo mi pregón retrocediendo en el tiempo y recordando aquel Viernes Santo de hace más de 35 años y relato el encuentro con la fe,  de un niño, un niño que yo bien conocí……… Era una tarde de luto y fría de Viernes Santo, la tristeza por la muerte de Nuestro Padre Jesús era manifiesta y el silencio más respetuoso se apoderó de este pueblo. La talla de Jesús apostado en su sepulcro volvió a presentarse por la puerta de su casa, como hacía cada año. Aquella tarde, a pesar de su corta edad y casi derrotado por el sueño, le esperó.

Desde una sencilla habitación le miraba a través de la ventana, último obstáculo hacia el encuentro con Dios. Aquel niño tuvo el privilegio de tenerle muy cerca. La imagen difunta del rostro de ese Cristo le rompió el alma. Era el Santo Sepulcro de Miguel Esteban.

 Y mientras su estela se perdía, los párpados de ese niño iban cayendo como caían la fuerza de las llamas en los faroles nazarenos, quedando dormido por el arrullo de los susurros de la banda municipal de su pueblo, dando paso a la madre de Dios en su Soledad……..Ese niño decidió que vería a Jesús yacente en su Sepulcro, cada año ,  para verlo pasar de cerca, pero lo cierto es que ya nunca más volvió a esperar desde su ventana, porque a partir de ese año saldría a su encuentro y acompañarle cada Viernes Santo. Desde entonces, aquel niño fue sumando primaveras y hoy quiere decirle a su pueblo el amor que inunda su corazón y la fe que le tiene al Santo Sepulcro y a su Cristo Resucitado.

AGRADECIMIENTOS
Mis primeras palabras tienen que ser de agradecimiento a la Hermandad a la que con tanto orgullo pertenezco y hoy represento, Santo Sepulcro y Jesús Resucitado y muy especialmente a su Hermano Mayor, José, por ofrecerme el honor de ser el pregonero de nuestra Semana Santa.
Agradecer a quienes con vuestra presencia me ofrecéis la fuerza y la confianza que hoy requiero.
Y como no, agradecer a mis padres la educación cristiana que desde pequeño me han impartido. Gracias por todo y porque hoy, una vez más estáis a mi lado.
Pero si a alguien tengo que agradecer mi pregón es a mi mujer, Marisol, mi eterna compañera, la que me ha dado el mejor regalo de este mundo, mi hijo Pedro, la que con su apoyo incondicional ha guiado mi mano en las líneas que hoy os dedico.

LA SEMANA SANTA DEL PREGONERO
Consciente de la responsabilidad que supone atesorar recuerdos y experiencias y de lo importante que resulta transmitirlos, aquí estoy para cumplir con una responsabilidad: pregonar la Semana Santa de Miguel Esteban.
Responsabilidad porque hay tantas semanas santas como cofrades migueletes, todas diferentes, todas inimitables. Responsabilidad, porque nadie puede poner palabras a lo que cada uno siente en estos días  cuando se enfunda una túnica nazarena, se mete debajo de un anda, o cuando en soledad le habla a la imagen de su devoción…

Para escribir este pregón, he tenido que bucear en mis recuerdos, volver a mi infancia y adolescencia…

Por esa razón, y porque se trata de Semana Santa, he querido comenzar relatando la belleza de mi primer encuentro con el Santo Sepulcro, pero si tengo que ser sincero, mi primera experiencia cofrade fue algo distinta, más bien, típica en la mayoría de las casas migueletas:........¡Chico, a tu primo Pedrito se le ha quedado pequeño el hábito!, ¿te quieres vestir este año?.......Da igual, vas a hacer lo que te diga!!......¡Madre, saca el costurero que al chico hay que cogerle el hábito de su primo!.....voy ahora mismo a pagar la cuota del Sepulcro, que no quiero que me digan nada…….!ya verás lo guapo que vas a ir….de blanco y con ese gorro que se os ve la cara!

 Supongo que mi amor a estas fechas Cristanas, algo tiene que ver con el hecho de que naciera, un miércoles santo, hace ya 42 años, contra todo pronóstico, pues a pesar de estar previsto mi nacimiento para el día de San Isidro, las incontrolables ganas de mi madre, por vivir todas las festividades celebradas en el pueblo y más concretamente el carnaval de 1976, provocaron que los petardos y carretillas del desfile, lanzados por los mozos del pueblo, asustaran a una mujer embarazada y la obligarán a guardar reposo, hasta que el destino quiso que una tarde de cuaresma viera la luz el que hoy se dirige a vosotros.

Recuerdo con nitidez, pero con más claridad que cualquier otra cosa de mi niñez, como poco a poco y diariamente se oían a lo lejos el ensayo de los tambores y cornetas.  A  medida que nos íbamos acercando, a los días señalados, el ambiente se inundaba con el aroma tan característico y delicioso de las tortillas y  rosquillos.

En mi casa, la Semana Santa, como cualquier otro acontecimiento religioso, se ha vivido con alegría, nada de tristeza, con sentimiento, eso sí,……..pero ante todo, una manifestación religiosa a los ojos de nuestra fe. ¿Cómo iba a ser una época de tristeza?, si en mi casa, la mayoría eran maestros o niños y empezaban las vacaciones? Era época de reunirnos con la familia, conmemorando la Pasión, muerte y resurrección de Jesucristo, rezando, procesionando, practicando los cultos, época de preparar infinidad de dulces de Semana Santa, alrededor de mi abuela, que era la que llevaba la voz cantante……., la que todos los años me compraba la ropa que había que estrenar el Domingo de ramos para la procesión de las Palmas y a la que con tanto orgullo llevo ahora a mi hijo.

El Jueves Santo, era el día en que la Hermandad de mi padre salía de procesión, La Dolorosa……o más bien el día en el que mi padre decía: ¡Mientras que viva, el hábito de la Dolorosa no se queda colgado en el armario!......¡Chico, ponte el hábito y vete con tu madre a la procesión!......Eso sí, el viernes por la mañana, no era necesario que en mi casa nadie me dijera nada. Desde hace muchos años, es cita obligada acudir a la Procesión del Silencio.

VIERNES SANTO
Por fin llegaba el viernes por la noche, momento de acompañar a Jesús Yacente, al Santo Sepulcro, guiados por la banda municipal, que con gran maestría entonan “Cristo de la Sangre”, “La Madrugá” o “La Saeta”, para marcarnos el paso……pero si de algo me he sentido orgulloso en los últimos años, ha sido el dejar el farol y ponerme debajo de un anda para ayudar a mis compañeros a cargar con la talla de nuestro Señor.

Es curioso….recuerdo, como si fuera ayer, cuando junto con mis amigos Paco y Laza, ansiábamos, durante todo el recorrido procesional, que alguien se apiadase de nosotros, o más bien se agotase para cedernos el sitio en el anda. ¡Gracias a Dios, eso nunca ocurrió!, pues os debo de aclarar que por aquel entonces éramos unos mocosos.

Tras la dura penitencia, en la procesión del Santo Entierro, llegaba una mejor recompensa, típica en mi familia, la cena de tortillas de Semana Santa con Chocolate.

 Y después de cenar, te dabas cuenta que el hombro dolorido se iba tiñendo de morado por el peso del anda cargado durante toda la procesión. Sin embargo, nunca fue un sentimiento de hombría y regocijo, sino más bien, un símbolo de devoción y silencioso sacrificio.

Y ya en la cama, con las piernas entumecidas, todavía por el frío de una noche nazarena que cala en los huesos como ningún otro, recapacitas…..y te recorre un sentimiento de empatía hacia nuestro Señor Jesús y por un instante te avergüenzas, te sientes impotente por el sufrimiento que le causaron nuestros pecados.

RESURRECCIÓN DE CRISTO

Y tras el paréntesis del sábado de futbol entre Hermandades, en el que durante todo el día se habían recuperado fuerzas para correr las Aguinaldas,  por fin la gran celebración de la liturgia cristiana, de donde surgen todas las demás celebraciones: la Vigilia Pascual. La razón de nuestro ser cristiano, donde brota la vida nueva del creyente.

 Llega el domingo de Resurrección, la muerte de Jesucristo será recompensada, entenderemos su sacrificio, lo valoraremos, amaremos a Jesús,  aquel hijo del Carpintero que sólo predicó el amor y la paz y en el momento de su muerte nos tenía ya presentes a todos nosotros, a ti y a mí, para entregar hasta la última gota de su sangre por nuestra salvación.


 Hace unos años, le dije a mi mujer que iría a la Procesión del Encuentro, portando las Andas de Nuestro Cristo Resucitado….y ella, sabiamente me contestó: prepárate, porque si hoy te vistes, ya no deberás faltar a la cita…..¡Qué razón tenía!......pues quiero seguir siendo testigo del momento en el que nuestras campanas repican alegres, proclamando que Él ha vencido a la muerte. Quiero volver a marchar con paso ligero, camino de vuelta a la Iglesia, como símbolo de la alegría por la anunciación de la Resurrección.

RECUERDOS DEL PASADO
Durante las noches que dediqué a escribir este pregón, fue irremediable acudir a pinceladas del pasado:
-Recuerdo, como la imagen del Sepulcro comenzó a ser cargada por 8 valientes anderos hasta llegar ahora a participar 26, pero a pesar de la fugaz moda de las carrozas, fue la única Hermandad fiel al sacrificio de las andas.
-Me viene a la memoria, la imagen de Jesús protegido por una vitrina, que ahora ya no existe.
-Los desacuerdos por las vestimentas que había que llevar bajo nuestra característica capa blanca, llevaron a la decisión por una uniformidad con túnica negra.
-En 2010, pusimos el broche de oro a la celebración de la Semana Santa migueleta con la adquisición de la imagen de nuestro Cristo Resucitado.

 En los últimos años se ha producido un resurgimiento de la Semana Santa, a través de la incorporación de gente nueva y nuevos pasos a los más antiguos. Hay gran número de jóvenes poniendo el alma, el corazón y la fuerza de su trabajo. Se Creó la Junta de Hermandades, poniendo una misma sintonía en las cofradías,  que están guiadas por las autoridades eclesiásticas.

La Semana Santa ha evolucionado enormemente, pero en esencia tiene el mismo sentido cristiano, a pesar del laicismo imperante en estos días. Y desgraciadamente se trata de un laicismo provocado, que yo como profesor de instituto lo veo nacer en las aulas.

A quién no le guste la Semana Santa, simplemente que no venga a verla, que nosotros, los católicos y creyentes seguiremos viviendo nuestra pasión, que no hacemos mal a nadie. Por el contrario, seguiremos poniendo la otra mejilla.

Dentro de unos días, llegará la hora en que volvamos a salir a la calle para mostrar nuestra fe. Llegará la hora de volver a demostrar a nuestros detractores que los católicos volveremos a venerar a nuestras imágenes, con nuestro recogimiento y alegría, con nuestro deseo de proclamar que somos creyentes, católicos y cofrades.

Dentro de pocos días Miguel Esteban se va a transformar. Los migueletes vamos a vivir la pasión del calvario según nuestro saber y entender. La música de las bandas, agrupaciones y cornetas y tambores llegará hasta nosotros con un amplio repertorio.

Pues Señores, para los que me quieran oír: ¡YO SOY CATÓLICO, COFRADE Y MIGUELETE!

HOMENAJES
Y si a alguien quiero dedicar mi pregón, sin ninguna duda, es a todas las mujeres de mi pueblo, pues de alguna u otra manera realizan una labor extraordinaria, importante y necesaria en las distintas hermandades.

En mi retina siempre está grabada la imagen de mi abuela, como otras muchas mujeres, cocinando duces para recuperar fuerzas tras las procesiones, a mi madre, como otras muchas madres, planchando con cariño el hábito de sus hijos para que acudan impecables al encuentro con Jesús y María en su penitencia. Mis tías, alrededor de la mesa camilla, rezando frente a la estampa del Cristo de Medinaceli y la Virgen de la Soledad.  Ese papel protagonista pero silencioso que siempre tienen las madres…….mi abuela, mi madre, mi suegra y ahora mi mujer.

Por último, quisiera rendir un sentido homenaje de agradecimiento y admiración a todos los miembros de las hermandades que con su labor, consiguen que Miguel Esteban tenga una Semana Santa con mayor reconocimiento y que junto con sus perpetuas imágenes, sean el orgullo de nuestros cortejos procesionales.

No querría dejar de honrar el recuerdo de nuestros hermanos y hermanas, que nos han idos dejando a lo largo de los años, pero con la devoción y el orgullo de pertenecer a esta hermandad. ¡Hoy este pregón, también va por vosotros!

DESPEDIDA
Se acaba el pregón oficial de nuestra Semana Santa. Dejemos que continúe, pero ahora el de verdad, el que no se queda encerrado en las Iglesia, sino que se derrama desde su portón hacia todas las calles y esquinas de este pueblo, siendo testigo de nuestra Tradición y vida, liturgia popular y fiesta.


Feliz Semana Santa y Feliz Pascua de Resurrección.

Muchas gracias a todos.



PEDRO JOSÉ OLIVA RESCALVO
                                                                                                                                     EL PREGONERO

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